martes, junio 14, 2005

Nostalgia Nocturna

Eran las 11 de la noche, y nos situábamos en la puerta del seudo-pub alternativo. Estábamos esperando a otros amigos más; yo y mi compañera de noche, parados a un costado de la entrada. Transcurrió media hora más hasta que decidimos entrar de una vez, había poca gente, quizás sea porque ese mismo día, supuestamente inaugurarían otro local goth-dark, pero no nos entusiasmo del todo, porque suponíamos que sería una propuesta no convincente, en fin, ya estábamos en el otro local. El tiempo transcurría, la gente iba llegando por grupos, por parejas, o simplemente solos, el hecho era que llegaban con un solo fin: el poder disfrutar de la noche y las consecuencias que ella traía. Nosotros, en una clásica mesa de madera rústica y sillas tradicionales, empezábamos rutinariamente nuestras conversaciones, entre bulla, chasquidos de cerveza, risas burlescas, charlas sordas y sonidos que se perdían por toda una bruma que siempre se solía suceder en el lugar. Yo, miraba al resto, me sentía algo incomodo, y no sabía la razón. Entre The Cure, Smiths y Miss Kittin, estaba yo, parado, moviendo mi humanidad, miraba de reojo a las parejas, que solían hacer su propio ritual, siempre sensual ante los sonidos que les motivaba, pero en mí, interiormente se mezclaban todos esos actos, y me producía un solo sentimiento: la nostalgia.
Mientras me hablaban al oído, porque el ruido producido no dejaba entablar conversaciones rígidas, paralelamente pensaba en mi nostalgia nocturna que se me había generado; entonces miré al fondo del pasadizo, recordé esa mesa, esa silla, esa pared del lado derecho, esa esquina, mis pensamientos rebobinaron una vez más y escarbaron los recuerdos de aquella vez que fui feliz, esa felicidad que quieres que dure por siempre y, tratas de gozarla hasta la última gota, hasta el último momento, de esa hablo, de la que es tan pura, hermosa y sincera que no existe nada más absolutamente mejor. Pero de pronto me daba cuenta de mi presente, miraba al resto, a mis amigos, a mí, ya todo era distinto, nada volvería a ser igual que antes. Hasta que de pronto sonó “No Words� de Xymox, y como un rayo efímero, pasó por mi cabeza mil y un recuerdos, entonces decidí pararme y bailar solo, para rendir tributo a todas mis añoranzas almacenadas hasta el momento, sacarlas de ahí y danzar junto a ellas, vivir y reencarnar nuevamente, mi nostalgia nocturna.
Creo que, darme cuenta de estos actos realizados, tener raciocinio ante ello, me hizo entender que la soledad es deliciosa en muchos aspectos, es compañera indiferentemente, sin embargo, mi nostalgia nocturna, siempre nacerá, me acompañará y me dirá: solo te quedan tus recuerdos.